domingo, 22 de mayo de 2011

Demodescracia

Hoy, según la clase política, es un día de fiesta. La fiesta de la democracia. Hoy, día 22 de mayo, en España es día de elecciones municipales, y autonómicas mayormente. Se supone que estas cosas hacen grande a la democracia, y la convierten en el instrumento más eficaz para gobernar un país, o una nación de naciones como la nuestra, o una comunidad o un pueblo. Es lo mismo. Y yo, en realidad, no sé por qué llaman fiesta a la consulta de algo que nos preguntan cada cuatro años, y que luego, mediante pactos, leyes D'Hondt, mínimos electorales del cinco por ciento, y demás maniobras, dejan y tergiversan según les convenga, dando siempre voz a los mismos, más afines entre sí de lo que dicen, y quitándosela a los que propongan otra manera de hacer las cosas. En fin, que para mí, este día, de fiesta tiene poco. ¡Sin embargo, esperad un momento!. ¿Por qué hay tanta gente en la calle? No parece que vayan a votar. A ver... ¡Están manifestándose! ¡Piden una democracia real ya! ¿Caray, es que no la tenemos? Según están diciendo los centenares y miles de personas que se agrupan desde hace ya días en las distintas plazas de nuestra España y parte del extranjero, no. Lo que hay ahora es corrupción, banqueros que se ganan el favor de los políticos, políticos que manejan dinero y leyes a su antojo, economía sumergida, enchufes, ciudadanos que cada vez tienen más, y otros, que cada vez tienen menos... Y digo yo: ¿Acaso esto no es lo que ha pasado siempre? Gobierne la izquierda o la derecha, la cosa siempre ha ido así, ¿No? ¿Qué es lo que ahora ha hecho saltar de este modo a la opinión pública española y casi mundial? ¿Estamos ante un verdadero cambio? ¿Es esto el principio de una nueva etapa política? Sinceramente, quiero creerlo. Me gustaría pensar que la gente tiene el poder de dar la vuelta a la tortilla, de hacer una política más justa, participativa y honesta. De evitar que los que nos dirigen puedan cobrar tantos sueldos sin ni tan siquiera tener la obligación de acudir a sus trabajos, de regular las personas que trabajen para ellos para evitar cargos inútiles y caros, de ayudar a los ciudadanos, y no a los bancos, de ser menos estados empresas y más estados del bienestar. Suena utópico, y tal vez lo sea, pero sin duda, como dice Galeano, las utopías son, por inalcanzables, las que nos hacen seguir caminando para perseguirlas y no detenernos jamás. Parece que soplan vientos de cambio, que cada vez más gente se da cuenta de lo que sucede y quiere opinar y contribuir a mejorar el panorama. Eso sí, cosas como esas son las que a un servidor le hacen tener motivos para estar de fiesta. Y citando a Ismael Serrano, en un tema de hace ya algunos años, quizá esté cada vez más cerca el momento de que todos Prendamos la luz.

1 comentario:

David dijo...

Nada, soy yo, para autocomentarme. Que mi amigo Suesta me ha mandado un vídeo muy interesante, que viene al hilo del post, y como no me gusta retocar lo que ya he escrito, pues lo pongo aquí y así parece que la gente me comenta y tal.
http://www.youtube.com/watch?v=LOmh3jcV28g
Ala, nos leemos.