sábado, 4 de octubre de 2008

Melomanía

Decía una letra de Tam tam go, que "hay días en los que no está de Dios volver a ver el sol". Por suerte, queda la música. Aute dixit. Bendita música, añade Serrat. Siete notas mágicas, así la describe Juan Pardo... Yo todo esto lo junto, lo afirmo y lo firmo. La música Me transporta, me lleva a lugares a los que nunca podré desplazarme, rincones que ni tan siquiera existen en un mapa. Imágenes sonoras. Sentimientos hechos de melodía. Colores tonales que me sirven para evadirme de lo que me rodea. Todo un cosmos se abre ante mí cada vez que suena un acorde, un arpegio, una nota. Puede provocar tantas sensaciones en mí, que nunca para de sorprenderme. Siempre hay una canción que hace que los pelos se pongan de punta, el corazón se acelere, y te haga vibrar, al igual que un altavoz a todo volumen. No se tú, pero yo, sin música, no sería nada, o casi nada. Cuando las cosas vienen putas, siempre está, dentro de mi cabeza, ese reproductor aleatorio y caprichoso. A veces, no se sabe por qué, se te mete un tema en la pelota, y es imposible quitártelo. Unas veces, es amor a primera vista, y otras, es un descubrimiento paulatino. Sea como sea, a mí me emociona igual. Melomanía, creo que se llama a eso. Me puedo entusiasmar con cualquier estilo, género, compositor. Es música, al fin y al cabo. Se han dicho y escrito mil cosas sobre la música, pero es que... es la ostia, así, simple y llanamente. Y a mí se me ha introducido este tema en la mollera. Lo canta Miguel Ríos y está escrito por Joaquín Sabina y Antonio García de Diego, que es un maestro. Y como hoy estoy musicómano os dejo otra rolita más, en este caso de Mercedes sosa, y originaria de María Elena Walsh: Como la cigarra. Y es que, hay tantas y tantas Canciones... Ya, ya paro.