viernes, 23 de mayo de 2008

Cuaderno de Bitácora (12/04/2005)

Ya son más de mil los puertos que he visitado junto a mis compañeros de navegación y sigo sin parar de sorprenderme. El
que acabamos de abandonar me ha dejado muy desconcertado, más si cabe que los anteriores. En apariencia era un puerto como
cualquier otro. En un primer momento nada delataba que los barcos que zarpaban de allí fueran diferentes a los navíos que
solemos conocer. Pero una mirada más detenida, te hacía reparar en que no parecían dirigirse a rumbo concreto alguno. Tampoco
tenían horarios regulares, ni tripulantes fijos. Se rumoreaba que aquellas embarcaciones nunca llegaban a ninguna parte, y
los viajeros acababan entablando relaciones afectivas entre sí, se formaban parejas, y al cabo del tiempo se acostumbraban a
vivir navegando en altamar y jamás querían arribar a ningún lugar. Cuentan, además, que esas rutas sin destino no eran
casuales, sino que estaban programadas, parece ser que por el gobierno de aquél extraño país, con la esperanza de crear un
lugar mejor donde los seres humanos se relacionasen más los unos con los otros, al menos con mayor entendimiento. Y por lo
que las leyendas explicaban, creo que era cierto. Un sitio donde la gente se conocía profundamente, donde no había rencores,
odios... ¿Demasiado bonito para ser verdad? Quizá sí. Pero lo cierto es que la curiosidad me hizo plantearme embarcarme en
alguno de aquellos buques y comprobarlo por mí mismo. Finalmente, el amor a mis compañeros y mi amistad y lealtad con ellos
me lo impidió. Supongo que no me compensa abandonar lo que tengo y arriesgarme. ¿O será que no me atrevo? Un mundo aparte, 12
de abril de 2005.
Posdata: Me encuentro cada cosa por aquí... Escuchemos y rememoremos ahora la canción que utilizábamos para ilustrar estas bitácoras en aquél viejo programa de radio, en aquél tiempo comandado por Ana Carot, Miguel Martín y un servidor. Se trata de The end de The doors. Que ustedes y ustedas lo disfruten, o lo recuerden, en cuyo caso espero un comentario...
Postposdata: La semana que viene hablaremos del gobierno.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

This is the end... qué gran tema, una obra de arte que parió uno de esos tantos músicos locos y que nos permitió otorgarle identidad propia a quel programa que, como todas las cosas buenas, tuvo que terminar, de mejor o peor manera. Un Mundo Aparte ha tenido tres etapas, y las tres igualmente positivas, aunque por su peculiaridad, yo recuerdo con más cariño el año que manejábamos el timón de la nave David (mi NENE), Miguel y yo. Tres marineros ciegos de ilusión que un día entraron a un estudio bastante semejante al camarote de los Hermanos Marx, armados únicamente con un ordenador portátil, colocados frente a una mesa de mandos del año catapúm sin jamás haber experimentado nada semejante. Cuánto aprendí manejando ese barco que navegaba hacia un mundo aparte, un mundo que, según Alicia, tendría que funcionar al revés que este en el que habitamos, para llegar a alcanzar un poquito de felicidad.
Gracias, Nene

Miguel dijo...

Pues sí, la verdad es que fue divertido e instructivo. A veces lo echo de menos todavía...